«…Empiezo el proceso manchando con acrílico muy líquido y ese soporte tan rico y orgánico propicia que se integre rápidamente en él. Pasadas unas horas, comienzo el dibujo a carboncillo y una vida va abriéndose a mis pies.
Pronto una corriente de energía se hace visible, van saliendo imágenes, cartografías de la memoria, realidades versionadas de la cotidianidad que contemplo a diario. Es la vegetación, esa que estaba reclamando su espacio en el exterior, la que va invadiendo mi estudio y entre trazos el papel se presta a convertirse en arbustos, cardos o ramas que quieren acomodarse con sus vecinas. Es emocionante ver como cobran forma unas simples manchas transmitiendo sentimientos, emociones, tensión.»
Lola del Castillo
2020